domingo, 12 de enero de 2014

Sumida en la inconciencia...te vi...

Sucedió en un día cualquiera, uno igual al anterior. Tú...yo...nuestro nido.
Era fin de semana...en primavera.
Nos despertó el sol, bastante elevado en el cielo. Tú corriste las cortinas...y todo comenzó: una luz intensa y vehemente, hirió mis ojos. Mi cabeza se sintió pesada, enorme. Casi no podía moverla sin que ese dolor intenso atacara.
Sólo en siluetas vi tu cuerpo que, aumentado contra el telón luminoso que ofrecía la ventana, se acercaba y se alejaba de mi.
Comencé entonces a perder las sensaciones, perder los sonidos...las manos.
Un silencio abrazador me dejó atrapada en la cama. Un silencio con dolor, que no me permitía abrir los ojos.
Mi cuerpo se hizo ligero y ya no te veía, no te oía, no te sentía.
Un estado febril hizo presa de mi y creo que hasta pude sentir cómo "algo" dentro de mi cuerpo se multiplicaba, me invadía y me ganaba.
Sentí fuego en mi cabeza y hielo en mis pies.
De pronto, floté en un espacio calmo, luminoso y multicolor. Mis ojos se abrían sólo para venir a buscar alguna imagen a la realidad, para atraparla y llevarla a ese espacio colorido, mezcla de dolor, fuego y silencio.
El hielo de mis pies, dolía. Las ropas de mi cama también dolían.
Y tú ahí...pero yo no te sentía. No en realidad...
En mi nube multicolor te soñaba...envolvías mis pies con grandes manos tibias y me quitabas ese dolor frío. ..atrapabas mis sienes con dedos de hielo y apagabas ese fuego en mi cabeza...con tus labios frescos humedecías mi boca ardiente y reseca...me envolvías amorfo y multicolor confundido en mi nube...y yo...casi insensible en ese sopor de inconciencia.
No se cuánto duró.
De pronto, un pinchazo en mi brazo, me recordó mi cuerpo. Un nuevo dolor se sumaba, pero desde mi escenario inconciente, intuí que era un dolor diferente...salvador.
Fue duro. Nunca antes había pasado, ni he vuelto a pasar, por tan extraño escenario de enfermedad.