lunes, 3 de febrero de 2014

Era Yo una vez...

Hasta ayer. Desde hoy otra historia.

Te vi...te saludé...fuiste un ser encantador desde ese mismo instante. Mágico instante en nuestras vidas.

No pensé, no proyecté...sólo fui presencia, seducción, provocación.
No pensaste, no proyectaste, sólo sonreiste sensual y decidiste provocarme.
¿Por qué te volviste a mirarme así? ¿Por qué me volví yo?. Nos sorprendimos...atrevidos...y todo esto comenzó.

Recuerdo días de locura, encuentros al límite, sed, adicción a nuestros cuerpos, que jóvenes, respondían y alentaban nuestros deseos tan terrenos.

Fui feliz...muy feliz. Volvió la sensación visceral de antaño...volvió la adolescencia.

Nada nos ataba, nada lo impedía...y pudimos amarnos...amarnos incansablemente en el día, en la tarde, al despertar...era locura.

El relajo llegó a ser sólo la pausa que antecedía a un desenfrenado renacimiento.

Tiempo de tu piel y la mía, fundidas, ardientes; tiempo de palabras al oído, susurradas, atrevidas, insitantes; tiempo de tus manos y tus piernas y las mías enredadas, confundidas; tiempo sin tiempo, sin contexto...nuestro tiempo...

Que ya ha pasado. Ahora...lo recuerdo, lo revivo. Ya no somos los mismos.
De vez en cuando cierro mis ojos y comienzo a recorrer esos pasillos, bajo a ese subterráneo, vuelvo a esa playa, a esa alfombra en la penumbra, a esa sala de cocina...todos esos rincones en los que nos descubrimos y nos convertimos en uno...Y VUELVO A SER FELIZ.